Cuando la adversidad nos brinda una mano...

Mario Paredes, frente a la Orquesta Juvenil de Piracicaba – Sao Paulo - Brasil

La vida presenta ciertos reveses a determinadas personas que transitan por este mundo sorteando a veces intrincados caminos, duras pruebas y dolorosas decepciones antes de consolidarse el rumbo definitivo para ellos trazado. En medio de la angustia, con frecuencia se tiende a culpar a terceros sobre la mala fortuna, al destino o simplemente a las injusticias de la vida; más lo cierto, es que toda situación venida y/o por venir, está bajo el absoluto control del Altísimo y en su tiempo ha de manifestarse el propósito para ellos concebido. Este es el caso de Mario Paredes, ex-bailarín, hoy director de orquesta; quien desde la adolescencia estuvo ligado al Ballet del Teatro Municipal de Santiago, a la música y al arte. Por espacio de doce años aproximadamente, el teatro de la calle Agustinas se convirtió en su casa laboral y eje motor de su existencia; sin embargo, un día las puertas del templo de las artes capitalino, para él se vieron cerradas de par en par sintiendo que el mundo a su alrededor caía a pedazos.

Descubriendo la danza.

A finales de marzo de 1979, Mario Paredes con 18 años de edad se aproximó a la Escuela de Ballet del Teatro Municipal de Santiago, a sugerencias de un compañero de curso quien en clases de Educación Física, observó en él, una muy buena elongación y físico enjuto; por lo cual le motivó para que se acercase a la Escuela de Ballet del Teatro en la posibilidad de desarrollarse en el campo de la danza.

Cumplidos los exámenes pertinentes y trámites de rigor, Mario Paredes comienza sus estudios de danza bajo la mirada atenta de Alicia Targarona, experta maestra por aquel tiempo de la Escuela de Ballet del Teatro. Durante ese período, el novel estudiante de danza pudo ver y compenetrarse a la distancia con el trabajo diario de la compañía de ballet, sus artistas; además de su secreta admiración por la bailarina Rosario Llansol – primera figura y directora de la compañía en aquellos años - quien llamaba especialmente la atención del adolescente, por ser uno de los rostros más bellos que el aspirante a bailarín, hasta entonces había podido conocer.

Al año siguiente, Octavio Cintolesi volvía de Europa y tomaba la dirección del conjunto de baile. Una tarde de mayo de 1980, terminada la jornada de la compañía, el director asiste a observar la clase de la maestra Alicia Targarona... en aquel momento, el futuro artístico queda sellado para el estudiante de ballet vinculándolo desde aquel instante a la compañía profesional. Terminada la clase el director Octavio Cintolesi, le invita a participar del trainnig de la compañía y al cabo de dos meses, Mario Paredes firmaba su primer contrato laboral. De pronto, el ahora profesional se veía con bastante dinero en sus manos, el cual bien administró ayudando a sus padres proveyéndoles de lo necesario para un mejor pasar.

Su labor profesional disciplinada y responsable, le permitió conocer todo el repertorio clásico, nuevos desafíos coreográficos, giras nacionales e internacionales, otras culturas y nuevas lenguas. Durante su estadía en el Ballet de Santiago cultivó además el gusto por la música docta y la ópera. Es en esta época, cuando se vincula indirectamente a la música, sin siquiera sospechar que este arte le brindaría a futuro enormes satisfacciones y el inicio de una nueva carrera. La desaparecida pianista del Ballet de Santiago, Josefina (Pepita) Almarza, quien había observado en Mario Paredes una muy buena memoria musical y visual, solicita a nuestro referido en uno de los ensayos de “La Bella Durmiente del Bosque”, que le ayude a dar vuelta las páginas de la partitura, a lo cual Mario responde: -- ¡no se leer música Pepa!... No te preocupes ¡¡Yo te enseño!! respondió impositivamente la pianista, iniciándose de esta forma el caminar en el arte de la música del artista de danza. Lo cierto es que al poco tiempo, Mario Paredes leía y solfeaba aceptablemente las partituras; aun sin tocar instrumento alguno. De allí en adelante, el bailarín se transformaría en ayudante oficial de la pianista durante los ensayos de la compañía de baile, siempre y cuando estuviese libre o en reparto diferente.

Tiempo de reveses

Transcurridos cinco años desde su contratación y desempeño profesional en el Ballet de Santiago, la salud de Mario Paredes comienza a verse resentida, siendo operado de uno de sus riñones en 1985. De allí en adelante la fatiga y el cansancio estuvieron presentes en la vida del bailarín. Después de la intervención quirúrgica su físico ya no era el mismo y respondía con dificultad a las exigencias del ballet. Las oportunidades de bailar se alejaban y ello era preocupante para el artista; no obstante continuó en la compañía hasta 1991. Llegó entonces, lo que pensó sería su tabla de salvación. Por aquellos días, a finales de mayo de 1991, le fue ofrecida una beca para estudiar coreología en el Benesh Movement Institute de Londres, dada la capacidad que él poseía para retener y memorizar las obras completas del repertorio de la compañía. Al mismo tiempo, se le solicitaba que su contrato al presente con la compañía de baile, debía primeramente caducar para la obtención de dicha oferta. Pasado cinco meses desde su renuncia al conjunto de baile, un día consulta a la dirección por el ofrecimiento... lo cierto, es que la beca nunca se materializó, ni lo sería tampoco. Sumido en la angustia y profundamente deprimido por lo que estaba ocurriéndole, bajo casi instintivamente al escenario del teatro, talvés buscando una respuesta o bien, en un gesto de despedida de aquel lugar que tantas alegrías y satisfacciones le había brindado.

En ese momento se llevaba a efecto el ensayo de la ópera de turno para la temporada del teatro. El director de escena de la época, sorprendido por la expresión visiblemente atribulada de Mario Paredes le pregunta: ¿Qué te pasa?... a lo cual nuestro referido comenta lo sucedido. ¡¡No te preocupes!! fue la respuesta espontánea del director, necesito un maestro interno concluyó el mismo. Desde aquel instante comenzó el descubrimiento de un mundo nuevo para Mario Paredes, el mundo de la música y la ópera. Sopranos, tenores, bajos y barítonos; más los coros, arias, compositores y argumentos del teatro cantado, componían ahora su primer interés. Al mes siguiente se constituía en Asistente del Director de Escena, aprendiendo rápidamente a conocer y reconocer los registros y tesituras, timbres y todo el lenguaje lírico musical. Cobraba importancia en estos momentos lo aprendido con Pepita Almarza, ya que ahora podía aplicar los conocimientos adquiridos casi por imposición de la pianista. Leía música y daba las entradas correctas a los artistas líricos.

Transcurrido unos meses de trabajar con la ópera, lo asignan como Director de Escena del Ballet... volvía nuevamente a su primer amor: la danza. Giras nacionales, viajes al extranjero, conocimiento de nuevas culturas, y ser parte de la compañía de baile nuevamente fueron motivo de alegría indiscutida para él; no obstante, su salud otra vez le jugaba una mala pasada... En esta ocasión, sufre la extirpación de su riñón derecho y el alejamiento definitivo del teatro.

Nueva disciplina y desafíos

Una vez fuera del teatro, la vida de Mario Paredes por varios años gira en torno a la agricultura y la crianza de aves; hasta que cierto día y en una conversación sostenida con su amiga - la fallecida ex-bailarina Virginia Hellmann (conocida por los pares como Bijoux) - detonaría lo que sería su futuro actual. En aquella oportunidad, Bijoux le sugiere que estudie e intente en la Dirección Orquestal, ya que con su experiencia en el ballet y conocimientos sobre ópera, aquello podría resultar. Aquellas palabras le decían íntimamente que no era una frase al voleo, aun consciente de que no tocaba instrumento alguno, por lo mismo había que intentarlo. A los días siguientes de esa conversación, se las emplumó a Santiago para indagar donde estudiar. Una vuelta por varias universidades capitalinas le deja en claro que la idea no caminaría; pues la demanda por estudiar dirección no era muy alta. Sin embargo, la idea de Bijoux, no le parecía tan descabellada y la misma empezaba a tomar cuerpo en su mente.

Un día cualquiera paseando en bicicleta por el sector de la Estación Mapocho, se topa inesperadamente con una placa que decía: Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile. Con el corazón agitado y cuán consumado instrumentista, ingresa al edificio preguntando sobre la posibilidad de tomar clases de Dirección Orquestal. La respuesta fue, que por esos días llegaba desde los Estados Unidos un director chileno a impartir clases y seminarios.

La Divina Providencia le sonreía nuevamente y el pasado adverso hasta ese momento, se convertía en una mano aliada. De pronto se ve integrando un curso de 45 alumnos aspirantes a directores de orquesta siendo el mismo, el mayor de todo el grupo. Comenzaba ahora un difícil camino lleno de desafíos y motivaciones para el ex-bailarín. Cierto día, el maestro Guillermo Rifo (profesor de composición), solicita al curso completo una tarea sobre un arreglo orquestal para el día siguiente. La partitura - de libre elección - debia ser interpretada en piano por el propio alumno. ¡¡Reflautas!!... ¿cómo lo haré ahora? ... yo no toco piano se preguntó a sí mismo con desesperada preocupación. Aquella noche prácticamente no durmió; por otra parte, las reglas de la armonía no las tenia claras aun y por lo mismo las notas y arreglos en su tarea fueron casi al azar. Pensó él que seria un fiasco, pues todos su compañeros tocaban piano, o violín, o flauta, etc. - Nuestro aludido con suerte tocaba el timbre - ¡Estoy liquidado! Se dijo penosamente a sí mismo. Al llegar el día siguiente se puso al final de todos para rendir su tarea. Llegado su turno, el maestro amablemente pregunta: ¿Trajo su tarea?.. Mario con voz trémula y casi inaudible le dice: aquí está maestro. Al tomar la tarea en sus manos el maestro exclama... ¡Ahh que lindo esto..! Bien, siéntese al piano y tóquelo por favor... entonces, en aquel momento el rostro de Mario se descompuso totalmente; e intuyendo el maestro la falencia del alumno, solicita un voluntario de la clase para que lo tocase. Resultado: la nota más alta, señalando al mismo tiempo que Paredes había respetado la esencia de la partitura.

Desde 2002, año en que nuestro referido se inicia en el estudio de la dirección orquestal, ha contado con la guía de los maestro Guillermo Rifo (orquestal y composición), Eduardo Browne (dirección orquestal, ópera, ballet, música sinfónica y análisis), Manuel Olivares y Michael Reyes (Armonía) y Celso Torres Mora (clases magistrales de dirección orquestal). Hoy tiene el norte bastante claro, siendo su opción la dirección orquestal para Opera y Ballet, sin por ello descartar la incursión en lo sinfónico. A la fecha ha sido invitado como director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Rancagua (2007) Orquesta Sinfónica Juvenil de la Universidad del Bío-Bío, Orquesta Filarmónica Tchaikovsky de Piracicaba, del Estado de Sao Paulo - Brasil (2010), Director Asistente de la Orquesta Filarmónica Universitaria (2006), Director Asistente de la Orquesta Filarmónica Minera de Chile (2008); además de Director Fundador y creador de la Orquesta Sinfónica Infantil Mater Dolorosa de Huechuraba – Santiago (2005) y Director Fundador y creador de la Orquesta Sinfónica de Ránquil – Provincia de Ñuble (2010)

A su regreso de Brasil en agosto del presente año, le fue comunicado que su proyecto presentado a la Municipalidad de Ránquil en la provincia de Ñuble, y para la creación de una Orquesta Sinfónica infanto-juvenil, había sido aceptado. Hoy día su motivación primera son los jóvenes talentos de aquella histórica localidad; la misma que en épocas pretéritas, registra una de las primeras batallas entre mapuches y españoles. En la actualidad, otros sones comienzan a escuchar los ranquilinos más allá del kultrún y la trutruca, instrumentos nobles de nuestro pueblo mapuche.

Las invitaciones fuera del país, tampoco se han hecho esperar. North Caroline – Estados Unidos, le espera para que dirija el Ballet Cascanueces en esta temporada 2010-2011. Noruega le ha cursado la misma invitación para el 2011 y Piracicaba, Sao Paulo – Brasil, para el montaje y dirección de la ópera Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni. Es un hecho, que Dios tiene el control absoluto de nuestras vidas y que ciertamente es el gran director tras bastidores. Hoy le ha placido volver a Mario Paredes al mundo del arte; pero esta vez, a la música... donde pueda ejercer con mayor tranquilidad sin afectar y deteriorar su físico. Quizás... en algún momento, el ex-bailarín del Ballet de Santiago, vuelva al teatro que tanto amó, pero esta vez al podium dirigiendo un ballet o una ópera.





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